Saltar al contenido

La desconcertante historia de superación de Justo y su catedral reciclada

catedral de Justo

catedral de Justo

Desde que Justo Gallego se comenzara a hacer famoso a través de su obra, muchos le han tildado de loco, excéntrico o temerario. No es para menos, pues cuando escuchas que este señor dejó todo lo que tenía de lado hace casi 50 años para encomendar el resto de su vida a construir una catedral, sin ningún conocimiento de arquitectura o albañilería, y sin ningún plano a parte de los que tiene en su cabeza, piensas que estás frente algún caso más de megalomanía, fanatismo o narcisismo. O frente al mismísimo Don Quijote del siglo XXI.

Catedral de Justo (Portada)

Pero nada más lejos de la realidad. Cuando hablas con Justo, o ves la pasión que pone en su trabajo (a sus 84 años, trabaja todos los dias de sol a sol desde 1963) ves a una persona totalmente cuerda. No puedes sentir más que admiración, ante el poder que puede tener la fe de una persona, o simplemente el testimonio de lo lejos que puede llegar un hombre con suficiente ilusión y empeño. Y después escuchas su historia, y te dices: si hubiera más seres humanos como él, el mundo sería un sitio mejor para vivir. Nos recuerda que el hombre sólo necesita un ideal para conseguir lo que quiera, sin ningún límite.

Catedral de Justo (puerta lateral)

Ex-monje trapense, se vió obligado a abandonar su orden hace muchos años por sufrir tuberculosis (con el objetivo de no contagiar a otros monjes). Frustrado por su incompleto camino espiritual, vuelve al pueblo de su familia, y allí decide crear alguna obra para ofrecer a Dios. En unos terrenos heredados de su familia, y destinados a ser campos de labranza, comienza a construir una catedral con sus propias manos.

Catedral de Justo (exterior)

50 años después, podemos ver lo lejos que llegó este hombre, sin apenas ayuda de nadie. Una gran mole de ladrillos construida con material reciclado y a la que ya no le falta nada de lo que debería tener una catedral.

Catedral de Justo (Nave central)

A lo largo y ancho de la construcción podréis ver los lugares donde trabaja Justo, montañas de esos desperdicios que utiliza para su construcción, como latas de refresco cuyo material utiliza para recubrir las cúpulas, o botes de colacao que rellena de hormigón y utiliza para construir los pilares.

Catedral de Justo (Mesa de trabajo de Justo)

Si le véis a él, es mejor que no le molestéis, a parte de su afonía crónica debe estar saturado de tener que hablar con tanta gente, sobre todo desde que se hizo tan popular gracias a aquel anuncio

Catedral de Justo (ventana de una de las torres)

Para mí este es el claro ejemplo de la grandeza y humildad de un hombre de espíritu inquebrantable. El único motivo por el que pongo esta historia aquí es animaros a buscar un objetivo que os ilusione, y vivir la vida desbrozando el camino hacia él. Cuando una persona tiene un objetivo, el camino se hace más fácil. Y si además tiene fe en su ideal, es capaz de todo. 😀